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"De la Unión Soviética al BRICS: Cuba y sus alianzas fallidas"

Cuba, tras décadas de dependencia económica y alianzas fallidas con bloques como la Unión Soviética, el CAME y el ALBA, ahora mira hacia el BRICS como una posible salvación para su colapsada economía. Sin embargo, este artículo argumenta que, al igual que sus predecesores, el BRICS está condenado a repetir los mismos errores que han dejado a la isla atrapada en un ciclo de subsidios, promesas incumplidas y crisis económicas. A través de un análisis detallado con cifras y ejemplos históricos, se explora cómo la falta de cohesión ideológica del BRICS y la crónica incapacidad de Cuba para generar autosuficiencia económica hacen que esta alianza tenga pocas posibilidades de éxito.


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1. Dependencia Económica y Ausencia de Autonomía Productiva

A lo largo de su historia, Cuba ha dependido fuertemente de potencias extranjeras para su subsistencia económica. Desde los primeros años de la Revolución, el país se alineó con la Unión Soviética y formó parte del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en 1972. Según informes del Banco Mundial, en 1989, justo antes del colapso de la URSS, Cuba recibía hasta 5 mil millones de dólares anuales en subsidios de la Unión Soviética. Estos subsidios incluían petróleo, tecnología y bienes de consumo que la economía cubana, en gran parte centralizada y estatal, no podía producir de manera competitiva.


Después de la disolución de la Unión Soviética, el Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba se desplomó un 35% entre 1990 y 1993 durante el llamado Período Especial, lo que demostró la fragilidad de un modelo económico basado en la dependencia exterior. El Economist Intelligence Unit señaló que la crisis alimentaria y energética que siguió fue catastrófica para la población cubana, con una pérdida promedio de peso de 8 a 11 kilogramos por persona debido a la malnutrición.


La dictadura cubana no ha aprendido la lección y ha repetido el mismo ciclo de dependencia con Venezuela a través del ALBA, donde Cuba recibía hasta 100,000 barriles de petróleo diarios a precios subsidiados. Sin embargo, la caída de la economía venezolana, que perdió 65% de su PIB entre 2014 y 2021, acabó con esta fuente de ingresos.

Los países BRICS, aunque económicamente poderosos, enfrentan sus propios problemas. China, por ejemplo, está lidiando con una deuda total que asciende al 282% de su PIB, mientras que Brasil tiene una tasa de crecimiento proyectada de solo 1.7% en 2024 según el FMI, lo que hace poco probable que estos países puedan sostener un régimen económicamente insolvente como el cubano a largo plazo.


2. Diversidad Ideológica y Falta de Cohesión

El BRICS es una agrupación diversa que carece de cohesión ideológica. Mientras que Rusia y China pueden compartir ciertos intereses geopolíticos con Cuba, Brasil, India y Sudáfrica son democracias con economías de mercado más abiertas. El ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, afirmó en una entrevista en 2023 que la entrada de Cuba al BRICS podría significar una "alternativa económica" a Occidente, pero no mencionó cómo una dictadura podría alinearse con economías democráticas como la de India o Brasil, que priorizan mercados competitivos y reformas estructurales.


El Banco de Desarrollo del BRICS (NDB, por sus siglas en inglés), cuya sede está en Shanghái, fue creado con el objetivo de proporcionar préstamos alternativos a países en desarrollo. Sin embargo, hasta ahora, el enfoque del NDB ha sido en grandes proyectos de infraestructura, y la capacidad de Cuba para recibir financiamiento está limitada por su crónica incapacidad para honrar sus deudas. Según el Club de París, Cuba tiene deudas pendientes por más de 11,000 millones de dólares y ha incumplido pagos a varios países en los últimos años, incluyendo Rusia y China.


3. Falta de Beneficios Efectivos

La membresía de Cuba en el CAME y su posterior participación en el ALBA trajeron pocos beneficios efectivos a largo plazo. Durante la época del CAME, Cuba intercambiaba azúcar a precios inflados por petróleo soviético. La producción de azúcar, sin embargo, ha caído en picada. En la década de 1980, Cuba producía más de 8 millones de toneladas de azúcar al año, pero para 2022, esa cifra se redujo a 480,000 toneladas, según datos del Ministerio de Economía de Cuba.


El ALBA, impulsado por Hugo Chávez en 2004, prometía una integración económica revolucionaria entre naciones latinoamericanas. Sin embargo, para 2019, el colapso económico de Venezuela y los problemas estructurales de otras economías miembros, como Bolivia y Nicaragua, paralizaron el proyecto. Según el analista político Michael Shifter, "el ALBA fue una creación principalmente simbólica y nunca generó los beneficios económicos que sus promotores prometieron".


Con el BRICS, la historia podría repetirse. Mientras que el bloque pretende desafiar la hegemonía económica occidental, las realidades económicas de los países miembros limitan su capacidad para ofrecer apoyo tangible a una dictadura tan aislada como la cubana. Un informe de Bloomberg en 2023 sugiere que las inversiones directas de los países BRICS en Cuba han sido casi inexistentes, con China enfocando su capital en África y Rusia lidiando con las sanciones económicas tras la invasión a Ucrania.


4. Fracaso de los Modelos Colectivos

Los intentos del BRICS por crear una alternativa viable al sistema financiero occidental han tenido resultados mixtos. El NDB ha aprobado solo 30 proyectos por un valor total de 8,000 millones de dólares desde su fundación, una cantidad insignificante en comparación con instituciones como el Banco Mundial, que en el mismo periodo financió proyectos por más de 61,000 millones de dólares anuales.


El CAME prometía crear un sistema colectivo de intercambio económico entre las naciones comunistas, pero al final, solo exacerbó las ineficiencias económicas. El Centro de Estudios sobre la Economía Cubana de la Universidad de La Habana ha documentado cómo la planificación centralizada y la falta de incentivos económicos internos llevaron al estancamiento productivo de la isla. La adhesión a estos bloques nunca logró desarrollar una base industrial sólida en Cuba, y el BRICS probablemente seguirá el mismo patrón.


5. Parasitismo Revolucionario

El patrón de parasitismo de la dictadura cubana es evidente en su historia. Entre 1960 y 1990, el 60% de las importaciones cubanas provenían de la Unión Soviética y sus aliados del CAME, según el economista Carmelo Mesa-Lago. En la era post-CAME, el ALBA se convirtió en el nuevo soporte, con envíos de petróleo venezolano y ayuda económica que ascendieron a más de 40,000 millones de dólares entre 2005 y 2015.


Sin embargo, el colapso de Venezuela dejó a Cuba nuevamente en la búsqueda de un nuevo benefactor, y el BRICS parece la opción más reciente. Pero es poco probable que Rusia, bajo sanciones, o China, enfocada en su propio crecimiento, estén dispuestos a sostener indefinidamente a la dictadura cubana, que ofrece muy poco a cambio en términos de recursos naturales o valor estratégico real. Elias Amor Bravo, un economista cubano, señala que “el régimen cubano siempre ha sido un consumidor neto de ayuda externa sin retribuir beneficios significativos, lo que agota la paciencia de cualquier socio”.


Conclusión

El ingreso de Cuba al BRICS sería otro capítulo en una larga historia de dependencias fallidas, como lo fueron la Unión Soviética, el CAME y el ALBA. La economía cubana sigue siendo una de las más ineficientes y dependientes del mundo, con una estructura estatal incapaz de competir en el mercado global. Las promesas del BRICS, al igual que las de alianzas pasadas, probablemente no se concretarán en mejoras tangibles para el pueblo cubano. En resumen, la dictadura cubana enfrentará los mismos problemas estructurales que ha enfrentado desde la Revolución, y el BRICS, como sus predecesores, no podrá salvarla del colapso inevitable.

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