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Independencia?. EN CUBA?

Celebrar el "Día de la Independencia" en Cuba no solo es una burla a las realidades materiales del país, sino también a la noción misma de independencia individual. Bajo la dictadura cubana, el concepto de independencia personal está tan comprometido como la soberanía nacional. Las leyes restrictivas, los controles omnipresentes sobre la vida cotidiana y la negación de libertades fundamentales exponen una contradicción flagrante: ¿cómo puede celebrarse independencia en un país donde el individuo está sometido a la voluntad absoluta del Estado?


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La Falsa Independencia Colectiva y la Opresión Individual


El discurso oficial cubano se vanagloria de una independencia política lograda el 10 de octubre de 1868, cuando Carlos Manuel de Céspedes inició la primera guerra de independencia. Sin embargo, la independencia alcanzada en 1902 se desmorona en la práctica actual, ya que la isla depende completamente de factores externos para su subsistencia económica, energética y alimentaria. Más irónico aún es que, a pesar de esa constante dependencia del exterior, el ciudadano cubano vive bajo un sistema legal y político que niega su propia independencia como individuo.


El Código Penal y la Ley de Asociaciones


El Código Penal cubano (Ley No. 62 de 1987), con sus constantes reformas, sigue siendo una herramienta clave para reprimir la libertad de expresión y asociación. Por ejemplo, los artículos 103 y 104 del Código castigan con severas penas a aquellos que cometen "propaganda enemiga" o difundan "información falsa contra la paz internacional". Cualquier disidencia o crítica contra el gobierno es inmediatamente considerada una amenaza a la estabilidad del Estado, eliminando de facto cualquier independencia de pensamiento o palabra.


Además, el Decreto-Ley 349, implementado en 2018, regula la producción artística y cultural, haciendo que cualquier expresión que no cuente con la aprobación del Ministerio de Cultura sea considerada ilegal. Este tipo de control niega a los artistas y creadores cubanos la posibilidad de ejercer su independencia creativa, sometiéndolos a la censura y control estatal. ¿Cómo puede hablarse de independencia en un país donde ni siquiera el arte, una de las formas más básicas de expresión personal, es libre?


Por otro lado, la Ley de Asociaciones (Ley 54 de 1985) prohíbe la creación de organizaciones independientes que no estén bajo el control del Estado, eliminando cualquier posibilidad de organizarse en torno a intereses comunes fuera de las estructuras oficiales. Las organizaciones políticas alternativas, los sindicatos independientes, las ONGs no alineadas con el gobierno, todas están prohibidas o reprimidas sistemáticamente. Entonces, ¿cómo puede un ciudadano cubano sentir que vive en una nación independiente cuando ni siquiera puede unirse libremente con sus conciudadanos para buscar un cambio?


Dependencia Externa y Control Estatal Interno


Mientras el gobierno cubano culpa al "bloqueo" de Estados Unidos de sus penurias económicas, también impone una serie de medidas que perpetúan la falta de independencia de sus ciudadanos. La política de acceso controlado a internet, a través de tarifas exorbitantes y restricciones en el uso de plataformas y redes sociales, es un ejemplo claro de cómo el régimen restringe la autonomía de los individuos para acceder a información y conectarse con el mundo exterior.


Al mismo tiempo, el Estado monopoliza la propiedad privada a través del control absoluto de los principales medios de producción. A pesar de ciertas reformas económicas recientes, la constitución cubana sigue definiendo al Partido Comunista de Cuba como la única fuerza política del país, lo que implica que no existe espacio para una verdadera libertad económica o política. El artículo 5 de la Constitución de 2019 establece el papel rector del Partido en la sociedad, y cualquier intento de independencia económica fuera del marco estatal es severamente controlado o directamente reprimido. Los emprendedores independientes que intentan establecer sus propios negocios enfrentan regulaciones restrictivas y están sometidos a una burocracia asfixiante que mina cualquier iniciativa personal.


Además, las Remesas, enviadas mayormente desde el extranjero, se han convertido en un sustento clave para la economía cubana. Pero en lugar de fomentar la independencia económica del individuo, el Estado ha intervenido para controlar cómo y cuándo se accede a esas divisas. En 2020, el gobierno impuso restricciones draconianas sobre las remesas enviadas en dólares estadounidenses, limitando aún más la capacidad de los cubanos para gestionar su propio sustento sin la interferencia estatal.


La Farsa de la Soberanía Territorial


Otro aspecto fundamental de esta farsa de independencia es la ocupación, según el propio discurso oficial, de la Base Naval de Guantánamo por Estados Unidos. Desde la Revolución, el gobierno cubano ha denunciado la presencia de esta base como una violación de la soberanía nacional. Sin embargo, ¿qué tipo de independencia se puede celebrar cuando una parte significativa del territorio está, supuestamente, en manos extranjeras? La incapacidad del régimen para resolver esta situación territorial deslegitima aún más sus afirmaciones de independencia y soberanía.


Pero el control territorial no se limita a Guantánamo. El gobierno cubano ha permitido la intervención extranjera en aspectos clave de su economía, entregando el control de sectores enteros a inversionistas y gobiernos aliados, como Rusia y China. Esta dependencia económica crea una sumisión política y estratégica que va en contra de cualquier idea de independencia real.


¿Independencia o Sumisión Colectiva?


La independencia no se puede celebrar solo como un evento histórico si no se refleja en la vida diaria de los ciudadanos. Para que una nación sea realmente independiente, debe asegurar la libertad de sus ciudadanos en todos los aspectos: político, económico, cultural y territorial. Cuba, bajo su régimen actual, no es independiente en ninguno de estos sentidos. La dependencia externa es evidente y la opresión interna, una constante.


Celebrar el 10 de octubre como el "Día de la Independencia" en estas circunstancias es una burla a los ideales que llevaron a los próceres a luchar por la libertad en 1868. Hoy, la independencia cubana es una fachada: la nación está atada a las decisiones de otros países para sobrevivir, y sus ciudadanos están presos dentro de un sistema que les niega la autonomía básica. La soberanía es solo un eslogan, una palabra vacía en boca de quienes controlan un país que depende, en todos los sentidos, de factores externos para subsistir.

En lugar de celebrar una independencia inexistente, el pueblo cubano debería cuestionarse el significado real de ser independientes en un sistema que los somete a la servidumbre y los priva de su libertad en cada aspecto de sus vidas. Porque solo cuando un país respeta la independencia de cada uno de sus ciudadanos, puede verdaderamente llamarse soberano e independiente.

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